miércoles, 11 de mayo de 2016

DESPEDIDA


Esto no es un blog. Es un ancla, una copia de seguridad, una bóveda. Esto es todo menos un blog. Un blog es una crónica de tu vida común y corriente, y lo que va a pasarme es todo menos común y corriente.

Primero, quiero confesar algo: llevo una vida entera luchando conmigo misma. Nadie lo sabe porque cada pelea es privada, a puertas cerradas y sin testigos. A veces gano, muchas veces no. Pero siempre, SIEMPRE, termino más golpeada de lo que empecé. Casi siempre, literalmente.
Tras cada pelea, siempre juro que esta será la última vez, que ya no habrá otra más porque ahora me esforzaré para ser la mejor versión de mí que pueda ser… pero no saben lo difícil que es conservar el optimismo cuando tienes tanto enojo dentro…

Enojada.

Esa palabra me describe bien. Siempre he estado enojada. Siempre he estado a punto de estallar y llevarme todo al carajo, de apretar el botón y finalmente dejar que la peor versión de mí misma se quede con todo. Los que me rodean lo saben bien....

Enojada. Cansada de pelear, de las cartas que me tocaron para jugar, de la gente que te juzga por la portadas diarias que sueles dar, de la maldita caridad de los que te tratan como si fueras alguna clase de minusválida… de los que creen que por ser cómo eres o verte como te ves, debes aguantar ser un punto de referencia, una broma, la moraleja de un cuento.

Enojada. A punto siempre de quemarme completa, de reventar. Como un cartucho de dinamita encendido por ambos lados por culpa de estas dos Quetas que pelean entre sí. Pero hoy pongo manos a la obra porque me cansé de enojarme, de pelearme y de perder.


Hola, soy Queta, tengo 27 años y soy dos personas viviendo en el cuerpo de una.

Soy dos personas viviendo en un solo cuerpo, literalmente. Soy yo viviendo el doble, al mismo tiempo. Soy yo misma al cuadrado. Y una de estas personas está matándome. Ese, el que gana
casi siempre, el de los malos hábitos. Y lo he dejado ganar durante demasiado tiempo. Lo he dejado enojarse por todas las razones equivocadas, lo he dejado volverse un cáncer. Pero hoy he decido acabar con él.

Voy a quemarlo hasta las cenizas. Voy a sacarlo de mí.

Voy a operarme para poder dejar que una mejor Queta viva.

Ahórrense sus juicios, sus reproches, sus cantaletas memorizadas, sus “No, no te rindas, tú puedes hacer esto sola“, sus “bah, te rendiste y te vas por lo fácil“ porque ustedes no viven en mí, y no saben lo mucho que me cuesta hacer esto.

Esto no es rendirse, es todo lo contrario.

Por eso necesito esto aquí, un recuerdo de mí misma para orientarme en el camino. Para recordarme por qué hago esto. Y los necesito a ustedes como testigos, como cómplices. Los necesito para forzarme a seguir adelante, y  me den coartadas elegantes para hacer lo que hago.

Estoy a punto de partir, y no sé qué me deparará el camino. Solo sé que ya quiero llegar.

Y quemar a este bastardo de mierda.

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